Cómo dar y recibir retroalimentación: Aprendizajes del estudio de pintura

Reilly Dow
6 min readOct 12, 2020
Foto © 2019 Reilly Dow

Por recomendación de mi querida amiga y colega Mary Stacey, en 2018 empecé a trabajar con Julie Claire, coach y profesora de pintura en Nuevo México, en el sur-oeste de Estados Unidos. Ella vive y trabaja en la misma zona donde vivió durante varios años la artista Georgia O’Keeffe, y su enfoque se llama pintura intuitiva. Implica sumergirse en un proceso creativo improvisado, no planificado, utilizando la pintura, y dando un paso atrás periódicamente para observar y seguir lo que surge.

Normalmente pintamos durante 45 minutos o más, nos detenemos un rato a conversar y reflexionar, y continuamos pintando. Puedes cambiar completamente de idea, experimentar, cubrir cosas y agregar las capas que quieras. Aprendí rápidamente que este proceso te llevará a lugares que no necesariamente te gustan, y producirás trabajos que no necesariamente son bonitos o agradables. (Tal vez esto es parte de todo tipo de trabajo creativo, pero para mí fue sorprendente lo difícil que puede ser). Como escribe Kelvy Bird en su post, “Activación de Ecosistemas”:

“trabajar CON lo que no sale como queremos”

(…en lugar de luchar y tratar de controlar.) Se dice fácil.

Foto © 2019 Reilly Dow

La persona que está pintando de esta forma intuitiva o espontánea no intenta lograr nada en particular, ni se esfuerza por satisfacer las necesidades de un cliente; la obra no se hace para una exhibición específica, y lo único que se requiere es pintar, observar, y seguir. Como dice Russ Hamilton del Connection Lab, amigo y colega que admiro, “notar sin juzgar ni corregir”.

Mientras pintas, suceden cosas internamente y en el lienzo. ¿Qué sigue? ¿Cuál es el siguiente paso?

¿Qué hago si el trabajo me empieza a gustar? ¿Qué hago si no me gusta? La voz del juicio empieza a hacer ruido. “¿Quién en su sano juicio compraría este cuadro? A nadie le importará. No es lo suficientemente bueno. No soy lo suficientemente bueno/a. ¿Dónde lo pondré? No debería estar haciendo esto…” Pero a medida que continúo pintando, empiezo a relacionarme de forma diferente con el crítico interno (una práctica con beneficios neurológicos importantes), y a soltar algunas de las restricciones autoimpuestas que ni siquiera me había dado cuenta de que estaba cargando.

Este proceso no está orientado a la técnica, y no se trata de crear desde un lugar de lo conocido. Se trata de relacionarnos de forma diferente con lo desconocido. Preguntarnos, ¿realmente puedo hacer un espacio para lo que no sé?

El tipo de conversaciones de retroalimentación que Julie facilita se enfocan en lo que la otra persona (o el grupo) ve y percibe en el cuadro — lo que observan, lo que sienten al asimilarlo, lo que está empezando a tomar forma (si es que hay algo), lo que está queriendo ser. Los comentarios se ofrecen sólo si la persona que hace el cuadro quiere recibir retro, y el tono es de curiosidad. No se utiliza lenguaje relacionado con lo que nos gusta, lo que no nos gusta, lo bueno, lo malo, lo bonito, lo feo — juicios de valor de cualquier tipo están prohibidos. Esto ayuda a crear un espacio seguro en el estudio, y fomenta la toma de riesgos creativos y una exploración más profunda. Como dice Julie:

“Somos mucho más grandes que lo que nos gusta y no nos gusta”.

En mi trabajo como escriba visual, lo que he aprendido de la práctica de la pintura ha sido muy relevante. La documentación gráfica (el trabajo de una escriba visual) está orientada a resultados, y se realiza al servicio de un grupo y su propósito, pero desde mi punto de vista, aprender a entrar al territorio de lo desconocido es poderoso incluso cuando puede parecer contraintuitivo en un ambiente de trabajo. Somos seres humanos, cada quien con una visión parcial del mundo, y abordar cualquier forma de trabajo en cualquier sector únicamente a partir de lo que ya sabemos (o creemos saber) me parece equivocado, particularmente en este momento que estamos viviendo.

En un Taller Avanzado de Práctica Visual con Kelvy Bird y Alfredo Carlo en 2019, hicimos un proceso similar, una conversación de retroalimentación. Eramos un grupo de ~20 personas y después de dibujar en tándem, escuchando y documentando un diálogo en vivo entre dos personas, cada una creando nuestra propia interpretación visual, tuvimos una sesión de retroalimentación. Cada escriba mostró su trabajo y recibió retro del grupo. Esa experiencia me mostró que la documentación gráfica — en particular la documentación gráfica generativa — es un proceso social más que individual, y lo viví de manera más profunda e inmediata de lo que había sentido antes. Sentía que los dibujos hechos por otras personas me pertenecían también a mí, de alguna manera u otra — y viceversa. No literalmente ni con intención de recibir ningún tipo de crédito, sino como si todos/todas estuviéramos creando desde un campo compartido. Mirar el dibujo de cada persona después y escuchar brevemente sobre su proceso y el sentido de su trabajo, luego dar retroalimentación — y ponerse de pie para recibir la retroalimentación — añadió una capa extra de reflexión, permitiéndonos encontrarnos en el espacio entre lo que se dijo, el escribano, su dibujo y los observadores. Como Kelvy lo describe, trabajando tanto con la imagen como con la imagen posterior (en inglés, afterimage).

Foto © 2019 Reilly Dow

“Comienzas con una idea, y luego las ideas siguen viniendo mientras creas, y eventualmente la pintura te dice lo que quiere.” — Grace Hartigan

A través de la pintura intuitiva, he aprendido a improvisar, he aprendido acerca del proceso creativo en general, y de mis propias suposiciones y hábitos mentales. El proceso de reflexión, a través de la retroalimentación de otros, me ha enseñado que si nos quedamos solamente con lo que nos gusta y no nos gusta (de una situación, un artefacto, un proyecto, un/a colega, un dibujo, lo que sea) disminuimos la conversación, y por ende, nuestra capacidad de aprendizaje. Esto no significa que la belleza y la experiencia estética no sean importantes, sino todo lo contrario. Como escriben Esko Kilpi y Mike Hannula (traducción mía del original en inglés):

La forma artística de ser es un enfoque dual de creatividad y responsabilidad, aplicando la libertad de elección y la ética para imaginar formas alternativas de ser y devenir.

La experiencia estética es entonces un valor central de las acciones diarias y la interacción; cambiando el enfoque de lo que es el mundo a lo que es el mundo que estoy creando ahora, y aún más a qué tipo de mundo podría crear, centrándome en lo que estoy viviendo.

Aprender a entrar en lo desconocido; escuchar y sentir lo que está naciendo; expresar lo que percibimos, siendo empáticxs con nosotrxs mismos; y avanzar a través del proceso creativo, incluso a través de una técnica no verbal como la pintura, es precisamente el tipo de acción reflexiva que nos puede llevar a nuevos territorios de aprendizaje individual y colectivo.

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Reilly Dow

Listener, artist, scribe based in Mexico City | English & Español | Pinkfish.ca